Sin Sentido

Yo no sé porqué a veces tengo ganas de hacer cosas que no entiendo porqué hacerlas, pero las hago. Tarde o temprano termino justificando ese accionar sinsentido de alguna forma lógica, argumentando cualquier falacia al respecto con tal de no ceder ante la idea de que no tengo el mas mínimo control sobre el curso de la vida.

Amanecí dentro de la carpa y otra vez me pregunto dónde estoy, porque además de títere existencial también regreso del sueño sin la más puta idea de donde estoy, problemas de sonámbulos. Así, un poco desorbitado caminé hasta el río a cumplir con mis deberes reptiles, mojarme los pies, recibir un poco de sol, estirar la lengua y mirar el vacío colgado en algún sinsentido. De repente interrumpe el ritual un pensamiento ajeno en mi mente, aparece  de forma intuitiva la idea de regalarle un libro a este lugar. ¿Qué? ¿Por qué este pequeño valle rocoso en medio del oeste catamarqueño necesitaría un libro? Qué ocurrencia tan insensata, típica de vos, me repliqué. Pero como también es típico, lo hice. No sé, lo hice. Ahí está, tome el libro que estaba leyendo en el viaje y se lo regalé sin medir nada. Lo coloqué sobre una piedra, bajo un algarrobo. Listo.
 Sonreí victorioso al universo, cómplice de alguna entidad que observa y/o sugiere todo, quizás, no lo sé. Lo que si sé, es que me di mucha ternura, tal vez como mecanismo de defensa ante lo absurdo y ridículo que me vi. Es obvio que ese libro no duraría mucho ahí, ¿La primera lluvia quizás? ¿Le servirá a alguien que pase por ahí? y si se lo lleva... ¿Sabrá este pedirle prestado a la montaña su libro? ¿Entenderá la montaña de propiedad privada?...

Mientras camino y continúo con la secuencia infinita de preguntas encuentro un pequeño cactus caído, me acerco, muevo la tierra para acomodar sus raíces y veo un alacrán; le hablo -La idea no es hacerte daño, colaboro con el cactus nada más, por ahora. Todo salió bien, el alacrán no me picó y pude acomodarlo dejándolo nuevamente vertical al cielo, parecía que llevaba varios meses caído. -Qué difícil ser un cactus- pensé, -También es difícil ser humano- me replicó como colando un pensamiento en mi cabeza, empatizamos. Me sentí tan cómodo ahí que decidí sentarme un rato con él, mientras continuaba sonriendo cómplice de vaya saber qué.

Pensé en el cactus, él no tiene los mismos sentidos que yo, no me ve, no escucha, ni habla, ni siquiera procesa la energía psíquica como yo lo hago en mi cerebro pero es posible que de algún modo si logre sentirme. Me encontré espejado de repente. Cómo se sentirá el cactus ahora, ¿Entenderá o sospechará que algo lo movió? ¿Justificará de algún modo que ese movimiento perteneció a su voluntad? ¿O quizás él también le esté “sonriendo” cómplice a alguna entidad (yo, en este caso) que modificó su destino? Jajá!! me reí mucho con él pensando que la entidad que me motivó a mi quizás sea igual de insensata, torpe y distraída que yo. Le querría decir que si, despejar su duda existencial pero no podría explicárselo con mi lenguaje y mecanismos. Ante la imposibilidad me contenté con saber que de alguna forma estamos conectados y eso era suficiente para el destino de los dos.

Miré hacia la nada otra vez y pensé cómo será realmente esta especie de entidad que me acomodó un poquito el corazón esta mañana y me hizo vibrar tan intenso que mientras regalaba ese libro algo cosquilleaba en mi alma, una tímida euforia desbordaba por el gozo de habitar este planeta y me puso a caminar tan sensible que pude participar sutilmente en el destino de otro ser. Sospeché ademas que esto es parte de una cadena infinita de sucesos y que por un instante vislumbré con claridad la trama invisible que da sentido a los destinos cruzados de los seres que habitan aquí. El libro fue un movimiento de esos. Si, ya sé, es posible que sea otro sinsentido, solo que algunos lo llaman así porque todavía no pueden comprenderlos ¿o si?...

   alan :(: ro 
 07-06-2020 | HUALFIN



Un absurdo relato más, sin sentido (aparente).

1 comentario:

  1. Hace tanto que leí algo tuyo...había olvidado lo hermoso que es leerte y sentir que estás susurrando al oído. El sin sentido, el sin motivo, el sin pretensiones... me hizo añorar los momentos en que me siento como vos en ese instante, entre tan agradable y alucinante lugar, mientras intentabas encontrar explicación de por qué la vida te llevó donde estabas ese día.

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