El vientre de la vida


Quién sabe cómo se ordenan los sucesos de la vida, porqué estoy aquí, ahora. Dónde está el sentido de todo esto...

  Quizás sean alrededor de las 2 am. Llevo algunos días de haber sufrido 3 operaciones en el lapso de 12 horas. No puedo dormir, el recuerdo de lo vivido recientemente despierta un raro ataque de pánico, acelera mi corazón, aparecen los mareos y las náuseas, comienzo a oír ruidos que no existen, me ensordecen, observo paranóicamente la herida, siento que esta sangrando, aunque visiblemente no lo haga, ¿Es sangre o transpiración? no sé, no veo bien en la oscuridad. Entonces reviso todos los aparatos conectados a mi cuerpo, ¿funcionan?... La ansiedad se convierte en lágrimas, el temor en impotencia. La fiebre me hace transpirar demasiado y estoy casi inmóvil por los dolores, así debe ser el infierno.
Intento rescatarme, pienso que puedo controlarlo, que soy capaz. “-Voy a respirar, ordenar mis pensamientos” pero esos ruidos me atormentan, el corazón intensifica la taquicardia, todo boicotea cualquier intento de tomar el control. Insisto, lucho, pienso que mi mente puede controlarlo, pero mis intentos son en vano. Todo es lógicamente absurdo, “Si estoy bien, los médicos dicen que estoy bien”. Yo siento que no, que no quiero vivir más esta situación, que prefiero morir a seguir así... es verdad, ya estoy lejos de alguna posibilidad de control. De repente, en medio de tanta oscuridad de la habitación, abren la puerta, entra la luz o mi madre.
Me avergüenzo profundamente, no puedo explicarle qué está sucediendo, ni siquiera lo sabía. Sumergido en el océano de ruidos que nadie oye, dolores, fiebre, taquicardia, miedo nauseabundo, delirios nerviosos, temblor insoportable, nada me permitiría comunicarme, expresarlo...

La imagen de mi madre con la luz de fondo es un cuadro celestial, entonces lo difuso, lo increíblemente intuitivo se conecta más allá, mi rostro entre lágrimas y pánico se desparrama de admiración. Ella no dice nada, se acerca lentamente, me abraza y me susurra al oído palabras que no comprendo, sonidos que todavía no interpreto. Comienzo a sentirme nuevamente en el vientre materno.
El mundo es muy hostil allá afuera, sólo su abrazo me protege. El llanto se vuelve más llanto y lloramos unos minutos juntos. Luego ella comienza a calmarse y sigue abrazándome, lentamente mi respiración y los ruidos empezarán a tranquilizarse. El sentido de amor más elevado que jamás sentí, es que el amor que estoy sintiendo es tan infinito que cualquier intento por describirlo es limitarlo.
Siento el calor de la palma de su mano en mi plexo solar, el otro brazo cubre al rededor de mi cabeza, es un manto energético delicado y poderoso. En un lenguaje puro e intraducible comprendo que ella es el bendito puente que me conectó con este espacio y que ambos nos elegimos en un tiempo fuera de este tiempo. Nuestro diálogo no emite una palabra, ni siquiera una intención. Si quisiéramos comprenderlo la falta de sentido atormentaría cualquier posibilidad de entender y entorpecería el momento. Lo concibo como la reactivación de un antiguo portal energético y creo que es por esa misma conexión primordial, que justamente en ese instante de crisis, se despierta intuitivamente a mitad de su sueño y acude en silencio a mi ser.
La calma se hace presente. Levito en el vientre de todas las madres cósmicas y ellas, en todas sus dimensiones me alivian, cual bebé en los brazos de su madre, al punto tal de sentir por un instante que comprendo sutilmente mis primeros meses de vida en este planeta, bendito manantial donde fluyen los vestigios de una memoria antigua y trae a mi mente sonidos, olores, recuerdos de paz y armonía perdidos en el tiempo. La fiebre y los miedos se diluyeron en su poderosa y orgullosa femeneidad.
Sutilmente florece en mi pecho un suspiro de profundo agradecimiento y al exhalar el aire, libre, ya con el corazón en paz, emergen preguntas necesarias. ¿Cuantos años sin abrazarte así? ¿En qué momento tomamos esta distancia para perdernos de esta manera? Vaya saber realmente de qué modo se ordenan los episodios de nuestra vida. ¿Cual es el sentido? ¿Cómo hubiera sido esa noche sin mi madre?... No pretendo explicar nada con este relato, es un registro, casi un deber, para no olvidar y una pequeña señal para quien lo lee. No se olviden de las madres, ni de ser madres.


Hab - 103 - 


    Absurdos Relatos 
         de un 
 Cosmonauta en Bicicleta
       11-02-2019